Posiblemente pienses que sabes muchas cosas sobre los autos, pero… ¿sabes de dónde viene la definición “automóvil”? Posiblemente no, pero no te preocupes, nosotros vamos a ayudarte a conocerlo.
La definición de automóvil como tal, se lleva usando hace muchos años, incluso antes de que este invento comenzase a utilizarse. Según se dice, la invención del automóvil como tal, no fue del todo una buena experiencia, ni tampoco rápida como muchos podríamos llegar a pensar. Fue un proceso arduo y bastante lento.
Antes de que llegase el primer modelo que fue desarrollado por Henry Ford, se sabe que durante un largo proceso fueron muchos los inventores que experimentaron muchas situaciones diferentes, la gran mayoría bastante incómodas hasta conseguir un objetivo final que fuese tenido en cuanta como un gran beneficio para la humanidad.
Ya sabemos que los inicios del automóvil no fueron precisamente buenos y su historia pudo ser peor de lo que fue, realmente. Un gran inconveniente con el que se toparon los inventores de los primeros automóviles radicaba en algo tan sencillo como el nombre que se le debería car a este invento.
¿Quién patentó por primera vez la palabra automóvil?
Hay un caso relacionado con el registro de una patente de un invento que en esencia podría ser un automóvil y se relaciona con un hombre llamado Oliver Evans, quien en el año 1792 registraría una patente en Philadelphia de su invento. Se trataba de lo que podría considerarse como un vehículo anfibio autopropulsado, a quien este hombre decidió a bien llamarlo OruktorAmphibolos.
El nombre ya era bien raro de por sí y todo apuntaba a que el proyecto no tendría mucho éxito, y así fue. Aunque estaba pensado para poder atracar en los muelles de la ciudad, no podía ser maniobrado, es decir que no se podía gobernar en ningún momento, era incapaz de girar, por lo que podría considerarse como una verdadera inutilidad.
A pesar de ello, fue el precedente de lo que conocemos hoy en día como automóvil y se convirtió en el primer vehículo autopropulsado que se registró en Estados Unidos.
Unos cuantos años más tarde, exactamente en el año 1879, un hombre llamado George Seiden, de profesión abogado, registró una patente en Nueva York y era algo a lo que él denominó como Road Machine.
Lo más curioso de todo es que este hombre no había llegado a inventar absolutamente nada, solo registró el nombre valiéndose de sus conocimientos como abogado de patentes. Fue listo porque fue ampliando la patente y durante años se vio beneficiado de manera económica dado que cobraba una especie de peaje a los nuevos inventores que tenían en mente desarrollar el negocio de la automoción.
El fin del negocio para Seiden
Esto fue algo que muchos consideraron como injusto dado que no había inventado ni aportado nada. A pesar de ello, los expertos consideran que hay que reconocer que Road Machine era un nombre más adecuado que OrulktorAmphibolos. ¿O no?
El negocio se le acabó a Seiden en el año 1904 dado que Henry Ford lo demandó, ganando el juicio dado que el Jurado exigió a Seiden que debía inventar algo si quería seguir manteniendo la patente.
Finalmente, ante la incapacidad de inventar nada, perdió el control sobre la patente en el año 1911, algo que benefició a todas aquellas personas que podían construir sus prototipos sin tener que pagar elevadas sumas de dinero que exigía el abogado.
Cuando los inventores comenzaron a dar rienda suelta a su imaginación y a fabricar automóviles, hay que decir que ponían nombres muy raros, tanto como sus propias creaciones. Debido a que éstas no tuvieron el éxito que esperaban, esto hizo que se retrasase el nacimiento del auto.
En el año 1896, Henry Ford fabricó un vehículo de cuatro ruedas auto propulsado, inspirado en bicicletas. Ford registró la patente como cuadriciclo, pero no tuvo el éxito que en un principio esperaba.
El origen de la palabra automóvil, una palabra que nos resulta tan sumamente familiar, cuenta con unos orígenes de lo más curioso. En el año 1895 Frank y Charles Duryea en su intento por ampliar su negocio, inventaron un vehículo cuya patente estaría registrada como vagones a motor. De hecho, participaron con su invento en la primera carrera de prototipos de coches autopropulsados. En aquel momento, su vehículo llegó a alcanzar la velocidad máxima de 11,7 Kilómetros por hora.
El primer automóvil comercializado en Estados Unidos
Gracias a ello, consiguió una gran fama, tanta, que puede considerarse como el primer automóvil que se comercializó en Estados Unidos. Dos años más tarde y gracias a un artículo que fue publicado en el conocido diario The New York Times, donde se podía leer un encabezado similar a: “el nuevo vagón mecánico conocido por el horroroso nombre de automóvil, había llegado para quedarse”.
El efecto conseguido por el artículo de este periódico que a diario leían miles y miles de personas, consiguió el efecto contrario al que se buscaba cuando se publicó, quienes solamente recordaban esta denominación para referirse al motor wagon así como a cualquier otro invento que guardase relación con esta clase de vehículos autopropulsados que tanto éxito tuvieron en sus inicios.
Pero… ¿al final quien patentó la palabra automóvil? Ninguna de las personas que habéis leído a lo largo de este artículo no es quien patentó esa palabra. El término automóvil no se patentó en la época en la que hemos desarrollado este artículo sino que se hizo unos cuantos años antes luego de que un ingeniero de origen italiano, llamado Martini, dibujó los diseños de lo que era un carruaje autopropulsado.
Para ello, eligió las palabras del latín “auto” y “mobile” lo que significa, “autopropulsado”. La coincidencia, es que a pesar de ser ingeniero, hizo lo mismo que Seiden, es decir, nada, nunca llegó a fabricar un automóvil.
Después de leer el artículo, ahora ya sabes cuál es la historia de una palabra tan común que utilizamos hoy en día, pero que seguramente no conocías y que resulta verdaderamente curioso.